viernes, 29 de octubre de 2010

EL PROCESO PARA CONVERTIR LOS SUEÑOS EN REALIDAD (Parte I)

Muchas personas saben lo que deberían hacer en sus vidas, pero nunca lo hacen. Ello es debido a que les falta la motivación que produce el soñar en grande, en un futuro apasionante.

Los verdaderos triunfadores no ven a su familia, su salud, su trabajo o fortuna tal y como son. No miran la vida tal y como es, sino que se enfocan en como puede ser. Crean en su mente una visión de su vida tal y como será después de aplicar su perseverancia y pasión en pos de sus sueños.

Realmente puedo asegurar que no existen personas perezosas, solamente existen personas con objetivos impotentes. Con objetivos que no les producen la excitación y el impulso necesario para tomar acción de forma consistente. Los soñadores vemos el futuro lleno de situaciones estimulantes. Los ganadores vemos la vida como un paraíso, los perdedores la ven como un infierno.

Ciertamente todo camino de éxitos comienza con un sueño. Es la chispa que enciende el motor del entusiasmo y de la acción. Los sueños son el combustible necesario para emprender cualquier proyecto.

El mejor ejemplo de buenos soñadores lo encontramos en los niños. Se hizo un estudio con niños educados en una gran variedad de niveles sociales y se les preguntó a todos ellos la misma pregunta: "Tú, ¿Qué vas a ser de mayor?" . Y todos ellos, independientemente de su nivel socio económico respondían con absoluta espontaneidad grandes destinos; Campeón olímpico, Presidente, Explorador del Océano... No pensaban en limitaciones, sino en aspiraciones.

Lamentablemente, el ser humano pierde con la edad esa inocencia para atreverse a soñar. Y obviamente no por esos sueños que escapan de toda lógica. Está claro que si tengo 60 años y peso 120 kilos no puedo ser campeón olímpico de los 100 metros lisos. Hablamos de aquellos sueños que se plantean teniendo los pies en la tierra, pero el corazón y los ojos en las estrellas.

Pero, ¿Qué nos ocurre a medida que vamos dejando de ser niños y vamos creciendo? Yo le he llamado la "Teoría de los hombres y mujeres Bonsais".

Todas las personas nacemos con un potencial por desarrollar ilimitado. Exactamente igual que una semilla de un gran árbol. Comenzamos nuestra andadura en la vida y siendo niños, nuestra mente no entiende de limitaciones, todos pensamos en realizar grandes cosas. Pero igual que le ocurre a esa semilla que empieza a crecer con toda su fuerza, y comienza a recibir el tratamiento para convertirse en Bonsai, nosotros dejamos que a base de repetirnos mil y una vez estas malditas palabras "Tú no puedes", nuestros sueños se vayan quedando cada vez más y más pequeños. Esos niños que éramos, soñadores, entusiastas, vamos convirtiéndonos en hombres y mujeres Bonsais. Dejamos que otros y la sociedad nos arrastre a un nivel de mediocridad y frustración. Y muchas veces nos consolamos al compararnos con los demás diciendo: - "Si estoy igual o mejor que mi vecino". De esta manera poco a poco nos convertimos en Bonsais dentro de un bosque de Bonsais.

A medida que nos convertimos en adultos, la "realidad" se impone y nuestros sueños comienzan a parecernos lejanos e inalcanzables . Pero el destino del hombre no es ser un Bonsai. Es luchar diariamente y enfocarse en sus mayores sueños, desarrollando todo su potencial para alcanzarlos.

Establecer sus sueños es el primer paso para convertir lo invisible en visible. Hay muchas personas que en el fondo de su corazón saben lo que deberían hacer en la vida, pero nunca lo hacen. Ello se debe a que les falta la motivación y el impulso que sólo puede aportar la definición de un futuro convincente.

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