lunes, 29 de noviembre de 2010

La Mecanica del Pensamiento Humano‏

Todo el día y toda la noche estamos pensando una infinidad de cosas distintas, pasa por la mente una especie de película cinematográfica constante, pero desconectada. Entre tantas ideas diferentes nos detiene alguna que otra. A estas las contemplamos mentalmente, les damos vuelta, posiblemente las comentamos con alguien, y luego volvemos a repararlas mas tarde. Esas ideas se convierten en imágenes mentales. La imagen mental es la que pasa al subconsciente, se establece allí y vuelve, y es lo que llaman los psicólogos un reflejo.
El subconsciente no discierne, esa no es su función, él no tiene el poder para protestar. No tiene voluntad propia. No tiene sentido de humor. No sabe si la orden que le hemos dado es un chiste o es en serio. Su función consiste: primero, en almacenar las imágenes mentales y luego lanzarlas hacia fuera como salen las copias fotostáticas. Es un autómata o un robot. Es un servidor maravilloso que nos economiza la tarea de recordar y poner en práctica todo lo que vamos aprendiendo y que hemos ido aprendiendo desde que éramos más que una gota de agua en el océano. Es, pues, un secretario, un archivador, un bibliotecario. Al no haber más archivado la imagen mental que le preparamos, él comienza a reproducirla, aprovechando la más insignificante oportunidad, para el resto de la vida... y las vidas... del sujeto, hasta que el sujeto le da la orden de cambiar una imagen por otra.
Ejemplo: ¿Recuerdas la primera vez que oíste el "catarro"? No puedes recordarlo; eras muy pequeño. La noticia te vino de tus mayores y, por lo tanto, no la pusiste en duda. La aceptaste como cosa natural. Después te enseñaron a temerle. Te advirtieron las causas del catarro y te dijeron que si se te enfriaba el sudor de tu cuerpo, si estabas en contacto con algún amigo catarroso, si te caía alguna llovizna o si te ponías en una corriente de aire, inevitablemente te daría catarro, todo eso lo viste en tu mente con punto y detalles. Pasó por tu subconsciente y ya no tuviste no tuviste que recordar las advertencias que te hicieron tus mayores. Tú no las volviste a pensar, pero tu subconsciente reprodujo con toda fidelidad un buen catarro (el mejor que pudiera reproducir) cada vez que se te enfriaba el cuerpo, cada vez que te ponías en una corriente de aire, cada vez que se te acercaba un acatarrado y cada vez que se te caía un llovizna ¡Fíjate bien! Tu no tuviste que volver a pensarlo jamás, pero tu subconsciente jamás a olvidado la orden; hasta el día de hoy, continua entregándote (muy complacido y como quien entrega un regalo) un estupendo catarro cada vez que te descuidas, porque tu estas acostumbrado a cuidarte y hasta le refieres a tus amigos el cuento aprendido, y hasta lo llamas "Mi catarro".
Esta mecánica es igual para todos los demás males que aquejan al ser humano, accidentes, luchas, vejez, pobreza, mala suerte, fealdad moral, pecados, cataclismos, guerras, crisis monetarias, enemistades, pleitos, depresiones, baja autoestima, pereza, falta de ganas de emprender nuevos desafíos. Los hombres varían pero el procedimiento de reproducción siempre es el mismo.
La ley que estoy explicándote se llama el principio del metalismo y es la primera ley de la creación. Éste es el universo mental. Esto es lo que quiere decir tanto la metafísica como la programación neurolenguistica cuando dicen todo es mente.

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